Alejandro Buitrago es uno de los clientes más populares del Bar Nayjo. E incluso llegó a jugar en nuestro club en el año de su fundación.
Álex, no era un jugador que destacara por su calidad, para qué engañarnos. Pero era un gran compañero y siempre ponía la nota de humor en el vestuario.
Si bien en el fútbol no llegó a destacar si destacó en otras facetas.

Foto: Álex en la mítica Bombonera de Buenos Aires.
Porque Álex es un auténtico crack del periodismo, hace monólogos y canta en un coro. Es un hombre para todo.
Sólo tiene un defecto: le gusta Calamaro, pero nadie es perfecto en esta vida, jeje.
Adjunto aquí unas líneas que ha escrito sobre él mismo para esta págnia web.
Currículum Frikae
Este aficionado al cine y al rock & roll ha decidido salir de su hibernación barrial salmantina para colarse entre los obnubilantes frames creados por Maese Mielgo.
Hay quien asegura que de su chistera ha salido el sumidero de deshechos que se hace llamar “Piso basura” y la pandilla roñosa que habita en sus límites. De su vida personal, sólo hemos podido averiguar que vive a caballo entre un cubo oxidado de la huerta Otea y unos pinos urbanitas. Es licenciado en ciencias calamarísticas y posee un completo máster en tute, mus, julepe y pocha, cursado gracias a una beca en Garrido.
Su destreza en materia dardística le ha hecho valedora del sobrenombre de “Mago del 15”. Habitantes de las tierras salmantinas y parajes colindantes aseguran haberlo visto encima de escenarios cutre-vídeo-artísticos interpretando a seres de aluminio, animales nihilistas, y niños bolígrafo. Nunca por dinero, pero sí por bocatas de calamares y pinchos de la región.
Se comenta que su cortometraje “La música de Iván” desintegra arquetipos y enajena hipotálamos, pero nadie ha sobrevivido aún a su visionado. Chapurrea franchute, porteño, e irlandés cerrado. Su voz baritonil y la de sus compañeros corales pontificiosos ha embrujado hasta a las sirenas de Homero en territorios celtíberos y trasatlánticos. No se deja ver ni oler, y en su epitafio tan sólo habrá un renglón: La honestidad no es una virtud, es una obligación. |